El Futuro de López Obrador


#LaCuartaTransformaciónVa


Sentado en una silla reclinable, a la sombra de la ceiba que ha visto crecer de manera rápida. Una pequeña mesa al lado, donde descansa el libro recién iniciado, en compañía de un vaso y la jarra de agua fresca.

El expresidente mira a la distancia, perdido en sus pensamientos. Pero no es nostalgia lo que refleja su rostro, como ocurre con frecuencia en quienes han disfrutado de poder. Hay satisfacción y complacencia en su semblante. Una tranquilidad que solo alcanzan quienes han visto coronados sus esfuerzos y sueños por el éxito.

Una leve sonrisa en el rostro, que no obstante su sencillez, lo ilumina todo.

El ambiente es de paz y armonía. Solo canto de aves locales y rumor de la naturaleza que señorea ese ambiente vegetal.

Palenque. "La Chingada", la finca familiar del expresidente López Obrador. El sitio de retiro definitivo de uno de los personajes señeros de la historia mexicana en los últimos tiempos.

Lejos del mundo político que absorbió su vida durante más de cincuenta años. Lejos de la lucha opositora que le dio tantas satisfacciones y un buen número de sinsabores, que no lograron lastimar su voluntad, ni empañar sus sueños.

Lejos también del contacto obligado con una clase política formada durante el periodo neoliberal, a la que había que traer "a mecate corto", para que no se desviaran de la ruta trazada, tomando de nuevo el atajo de la corrupción, tan propio de esa generación formada a la sombra del neoliberalismo.

Lejos ya de las responsabilidades de un gobierno del cambio, que exigió realizar en seis años, la labor titánica que hubiera requerido doce, para cualquier otro mandatario.

Nada de eso extraña López Obrador. Es parte de un pasado vivido a plenitud, en el que se puso esfuerzo, voluntad y dedicación. Un tiempo que finaliza con la satisfacción del deber cumplido.

La tranquilidad total que vive en este momento, ha sido ganada a pulso. No se dejaron pendientes, ni sueños por cumplir. México cambió y los resultados de esa larga lucha, han sido para bien.

Quizá ahí radica la causa de esa sonrisa de complacencia en el semblante del expresidente. Si alguien ha conocido al país y a su gente, ha sido precisamente López Obrador. Lo ha recorrido de arriba abajo no una, sino varias veces. Como político opositor y como presidente de la república.

Conoce a la gente humilde, a los pobres que hoy han dejado de ser los eternos marginados. La Cuarta Transformación trajo beneficios reales a los bolsillos de quienes habían sido, de manera histórica, los socialmente olvidados.

A ése pueblo sí que lo extraña el presidente, aunque siente en todo momento el cariño sincero que la inmensa mayoría de mexicanos, demuestran hacia su persona. Porque a pesar su retiro definitivo de la política nacional y de todo acto social que pudiera malinterpretarse, López Obrador es una de las personas más buscadas por el pueblo de México.

Salir a realizar cualquier actividad de orden personal, tiene como consecuencia el recibir permanentes muestras de afecto de parte de la gente.

El pueblo lo busca. Su pueblo lo recibe con cariño en todas partes.

Esos son los momentos en que se rompe la paz habitual del expresidente. Son momentos felices que López Obrador agradece, en la forma en que lo ha hecho siempre. Con sencillez, sin poses, sin falsas sonrisas para la foto en medios de comunicación.

Escribir llena parte de su tiempo, aunque ha prometido no publicar libro alguno, hasta pasados tres años en el retiro.

De política habla únicamente con su familia y sus muy cercanos. Pero nada comenta con otras personas, para evitar que sea manejado como posicionamiento personal, una simple apreciación de su parte.

López Obrador no impulsa carreras, ni forma nuevos cuadros. No recomienda, ni da propuestas o consejos. Su retiro es real y definitivo.

Por eso el clima de paz en esa finca familiar. No es la casa donde despacha el "Jefe Máximo", o el "Líder Vitalicio".

Es el domicilio de un jubilado que disfruta a plenitud de su tiempo libre. El sitio de retiro de quien trabajó por décadas para levantar a un país que se caía a pedazos.

Muchos piden al expresidente que regrese de alguna forma a la vida activa. Lo hacen porque reconocen en él a un ser huma especial. No hay interés malsano en esta solicitud.

Pero no tienen en cuenta la edad del presidente. El estado de su corazón que le pide un ritmo de vida menos ajetreado. Y no tienen en cuenta tampoco que el cierre en la carrera política de López Obrador, se ha dado con broche de oro.

Dejando a las nuevas generaciones el compromiso de seguir la ruta iniciada, para sacar al país adelante. Sin intromisión alguna de su parte. Sin pactos. Sin ataduras corruptas.

El expresidente se levanta de su silla y da un pequeño paseo por los alrededores. Se nota tranquilo y fuerte. Quizá con unos kilos de más, pero no tantos.

Tiene mucho que escribir, pues aún queda pendiente un legado de su parte.

La historia completa de su aventura personal. De su viaje político.

La reseña del México que vivió desde los inicios de su carrera en el PRI, cuando la corrupción, la violencia y la impunidad gobernaban, hasta el momento en que él se hace cargo del gobierno del país y las cosas cambian radicalmente.

Una historia que solo él conoce. Un legado que hace falta a las generas actuales y a las que vienen.

El broche de diamante para una vida entregada por completo al trabajo en favor de los mexicanos y un ejemplo también para otras naciones en el mundo, que han seguido la ruta por él trazada.

El expresidente regresa a su silla y con la misma tranquilidad de antes, retoma la lectura que había dejado pendiente.

Un cuadro que bien puede ser imaginado, o pintado. Vale la pena asistir a una escena tan edificante, para quien sabe observar, o soñar.

Malthus Gamba

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